10 cosas que hacer cuando sientes que no puedes hacer nada bien

Última actualización en 2 octubre, 2022

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Es fácil convencerse de que eres la única persona que siente que nunca puede hacer nada bien.

Te comparas desfavorablemente con casi todos los que se te ocurren.

Conclusión: Ellos tienen la vida resuelta, van a toda velocidad, consiguen éxitos a diestro y siniestro y lo controlan casi todo.

Pero, espera, ¡tu percepción es errónea!

La realidad es que todo el mundo, sí, todo el mundo, se siente agobiado por el desánimo ante sus fracasos, reales o percibidos, en un momento u otro.

La diferencia radica en su capacidad para restablecer su brújula tras un golpe y seguir adelante sin apenas abollar su armadura.

En ausencia de esa convicción, la forma de pensar «no puedo hacer nada bien» tiene una forma insidiosa de auto-reforzarse.

En poco tiempo puedes encontrarte atrapado en una rutina depresiva, creyendo realmente que todo lo que toques acabará fracasando.

Y es un lugar que da miedo.

El propósito de este artículo es ofrecerte una caja de herramientas que te ayude a construir tu resiliencia interior, utilizando las capacidades y la fuerza que ya posees en abundancia, aunque sientas que te han abandonado en este momento.

Recuerda: nadie es perfecto.

El primer paso para dar la vuelta a tu mentalidad negativa es hacer un balance de dónde te encuentras en este momento, ser un poco más tolerante y recordarte que nadie es perfecto.

Ten en cuenta que cuanta más energía gastes en machacarte, menos tendrás disponible para la tarea de desterrar el persistente pensamiento negativo que susurra: «Nopuedo hacer nada bien»

Pero realmente es posible reprogramar tu configuración por defecto de negativa a positiva aplicando algunos cambios en tu percepción y en tu comportamiento habitual.

Los siguientes pasos pueden ser pequeños, pero son superiores a su peso en términos de resultados. Se trata de crear un impulso que te convierta en una fuerza imparable de positividad

1. Reformula la pregunta.

Aquí es donde haces balance y descubres dónde te encuentras realmente, iluminando con una luz positiva el lugar sombrío al que has estado llamando hogar últimamente.

En lugar de hacerte repetidamente la pregunta retórica y poco útil de «¿por qué no puedo hacer nada bien?», intenta darle la vuelta y darle un giro positivo.

En lugar de repetir esa pregunta habitual, negativa y profundamente inútil, pregúntate en su lugar «¿Qué cosas he hecho bien?»

Están ahí si las buscas. Llévalas al centro del escenario y permítete atribuirte el mérito de ellas.

Puede ser una buena idea escribirlas en un diario para poder consultarlas fácilmente cuando necesites un impulso. Crea una lista que puedas añadir a medida que permitas que el espíritu de la positividad vuelva a entrar en tu cabeza.

Del mismo modo, hazte una pregunta optimista como «¿Qué podría hacer en este momento que me hiciera sentir mejor?»

Tal vez sería comer un cartón entero de Ben & Jerry’s o ir a dar un paseo por el parque. No importa. La cuestión es que tomes el control y hagas algo más productivo que seguir escarbando más profundamente en tu búnker depresivo.

2. Utiliza un mantra personal.

Una de las cosas más insidiosas de los pensamientos negativos es su tendencia a autoperpetuarse. Forman grilletes de duda en la mente, de los que es muy difícil desprenderse.

La autoconversación negativa se interioriza y se convierte en la nueva realidad. Cuanto más persistas en tu creencia de que no puedes hacer nada bien, más probable será que eso ocurra, ya que tu autoestima se ve socavada.

Aquí es donde tu conciencia te defrauda, permitiendo que estos pensamientos negativos se refuercen continuamente y creen una realidad distorsionada.

Una de las formas más eficaces de restablecer tu patrón de pensamiento es la meditación. Repetir mantras puede anclarte a la realidad del presente, permitiendo que tu cerebro responda afirmativamente a las emociones negativas.

Prueba uno de estos para comprobarlo:

Soy capaz de hacer cualquier cosa que me proponga.

Puedo hacerlo. Puedo hacerlo bien. Soy competente.

Voy a dar lo mejor de mí, y lo mejor de mí es bueno.

3. Date un baño o una ducha.

Aunque pueda parecer una defensa minúscula e ineficaz ante el tsunami de pensamientos y emociones negativas a las que te enfrentas, dedicar tiempo a una larga ducha caliente o a un baño lleno de burbujas es más beneficioso de lo que imaginas.

Tu cuerpo, muy trabajador, te sirve las 24 horas del día, y sigue haciendo su trabajo sin importar si estás en la cima del mundo o luchando contra los demonios de no poder hacer nada bien.

Tomarte un tiempo para recompensar sus esfuerzos incansables, sobre todo al final de un día largo y agotador, puede darte el reinicio que necesitas para romper el ciclo de negatividad en tu cabeza.

Cuando termines tu merecido retiro, tómate un tiempo para respirar y reflexionar sobre lo capaz que eres realmente.

4. Despeja y reorganiza.

Si llevas un tiempo sintiéndote abatido, convencido de tu incapacidad para triunfar en nada, puede ser que hayas dejado que las cosas se deslicen dentro de tu propia casa o de tu habitación.

Si eres una persona de mentalidad estética, el espacio que te rodea puede reflejar a menudo tu estado mental.

El desorden engendra y puebla un espacio de forma tan sigilosa que puede que apenas te hayas dado cuenta del deterioro.

Sin embargo, puedes descubrir que las montañas de «cosas» que se han acumulado, y el desorden resultante, están minando tu capacidad de pensar con claridad y de concentrarte.

Cuando todo lo que te rodea está patas arriba, conseguir hacer algo puede resultar aún más difícil.

Aunque reorganizar, desordenar o incluso simplemente limpiar el espacio que te rodea son tareas comparativamente pequeñas y no relacionadas con tus problemas actuales, pueden suponer una diferencia considerable en tu actitud mental.

No sólo obtendrás una sensación de logro por haber completado con éxito la tarea, sino que también habitarás un espacio que funciona contigo en lugar de estar reñido contigo y deprimirte.

5. Sal a la calle.

Cuando estás deprimido mentalmente, incluso levantarte de la cama puede parecer una lucha ardua, y la idea de cualquier tipo de esfuerzo físico está fuera de lugar.

Aunque sea lo último que te apetezca hacer, obligarte a superar la inercia mental y física y ponerte en movimiento es un gran paso para luchar contra los pensamientos sombríos.

Mejor aún, sal y conecta con el aire libre. Estar en medio de las maravillas de la naturaleza y dejarte inspirar por su belleza y sus cambios estacionales podría ser justo la medicina que necesitas para contrarrestar los sentimientos que estás experimentando en este momento.

Pero no necesitas conquistar una montaña para sentir la ganancia. El mero hecho de salir de tus cuatro paredes y dar un paseo de diez minutos por el parque o incluso simplemente dar una vuelta a la manzana puede hacer maravillas para cambiar tu mentalidad negativa por un enfoque más positivo.

6. Echa un vistazo a tu lista de tareas pendientes.

Mientras estés paralizado con la sensación de que no puedes hacer nada bien, las tareas de tu lista de tareas pendientes no se desvanecen por arte de magia. Por el contrario, estas cosas, grandes o pequeñas, pueden acumularse implacablemente, añadiendo a tu carga mental hasta que se vuelvan bastante abrumadoras.

Ha llegado el momento de reajustar tu forma de abordar el trabajo diario. Obligarte a seguir un régimen estricto puede convertirse en una carga en sí misma. Para empezar, intenta elegir una sola cosa de la lista cada día y reúne la energía mental y física para hacerla.

Divide las tareas más grandes en acciones pequeñas y manejables que no supongan una carga excesiva. Cada cosa que marques te dará una valiosa sensación de logro.

Deja que tu estado de ánimo guíe tu elección de tareas. Deja de castigarte por lo poco que consigues, o por el tiempo que te lleva, y recuerda siempre que hacer una cosa es mejor que ninguna.

Cada logro demuestra que tu voz negativa interior se equivoca.

7. Planea un viaje.

Cuando sientas que has entrado en una espiral descendente en la que nada parece ir bien, romper el ciclo de negatividad con un cambio de escenario puede ayudarte a restablecer tu brújula mental y emocional.

No es necesario que sea un viaje largo ni que suponga un gran gasto para tu economía. Sólo un fin de semana fuera, con algunos caprichos y algo de tiempo para ti, puede ser muy beneficioso para mejorar tu estado de ánimo.

Darte un poco de espacio y tiempo lejos de tu rutina habitual puede ayudarte a restablecer tu perspectiva sobre casi todo.

8. Date un capricho.

En la misma línea que la idea de un viaje, pero sin el gasto y el trastorno de salir de casa, recompensarte por tus logros positivos es una herramienta esencial para restaurar tu sentido de la autoestima.

La psique humana responde muy bien a los elogios y las recompensas. Utiliza ese conocimiento en tu propio beneficio permitiéndote sentirte orgulloso y esforzándote por darte un capricho bien merecido.

Date un capricho con una taza de café y un delicioso pastel en una cafetería de lujo que normalmente considerarías demasiado extravagante, quizás.

Estas recompensas no son tontas, son motivadoras, así que no te reprimas.

9. Establece objetivos alcanzables.

No es una ciencia espacial entender que cargarte con tareas enormes y posiblemente inalcanzables es instantáneamente desmotivador. Te sentirás intimidado, quizá hasta el punto de la parálisis.

Si te encuentras en un atolladero, procura limitar tus autoexpectativas, para que al menos tengas una oportunidad de éxito.

Cuando te enfrentes a una tarea monstruosa, da un paso atrás. Desde esta perspectiva, tendrás una mejor visión de conjunto, lo que te ayudará a identificar pepitas de acción manejables dentro de la tarea más grande.

A medida que las vayas tachando una a una, la enormidad del reto global se irá reduciendo. Poco a poco, en lugar de sentir que te enfrentas al monte Everest, estarás ante unas pocas estribaciones fácilmente escalables.

A medida que vayas completando cada minitarea, podrás ir tachándola de tu lista. Y, admitámoslo, la alegría de tachar cosas de las listas es uno de los grandes placeres de la vida.

Y lo que es mejor, podrás recompensarte, como se ha descrito anteriormente, con un montón de regalos a lo largo del camino, a medida que vayas conquistando cada hito.

10. No hagas nada.

Esto puede parecer un consejo contrario a la intuición en un mundo en el que estar locamente ocupado y establecer objetivos personales cada vez más altos es la norma esperada.

Pero puede ser que tu actual incapacidad para hacer nada bien se deba a que tu cuerpo y tu mente necesitan un descanso.

El efecto compuesto del agotamiento mental podría ser lo que está causando lapsos en tu productividad, concentración y capacidad de enfoque. Vivir con un estrés constante tiene un efecto similar.

Quizá la mejor medicina ahora mismo sea escuchar a tu cuerpo, salir de la rueda del hámster y no hacer nada durante un tiempo.

Pasa el día en tu pijama viendo Netflix, duerme todo lo que quieras sin sentir un ápice de culpa, o simplemente échate una siesta por la tarde. ¡Simplemente no hagas nada!

Recuerda que no se trata de un capricho, sino de una necesidad para dar a tu mente sobrecargada de trabajo la oportunidad de desestresarse y recuperar la confianza en ti misma y tu capacidad de recuperación interior.

La realidad es que eres más fuerte y más capaz de lo que crees. Estás más que a la altura de los retos que se te plantean.

¿Por qué no pruebas algunas de estas ideas para ayudarte a reajustar tu brújula mental en la dirección de «todo saldrá bien»?

Lucía Gutiérrez
Sobre Lucía Gutiérrez

Lucía ha estado trabajando como psicóloga de niños y adolescentes en un entorno clínico desde que se graduó en la Universidad Europea de Madrid en 2006. Tiene un interés especial en trabajar con niños y familias que se han visto afectados por el divorcio o la separación, y ha completado una formación avanzada en mediación y resolución de conflictos.

Lucía es una clínica cálida y empática que cree en la importancia de construir relaciones terapéuticas fuertes con sus clientes para facilitar el cambio. Trabaja en colaboración con sus clientes para ayudarles a alcanzar sus objetivos, y utiliza un enfoque integrador del asesoramiento que se basa en una serie de enfoques teóricos diferentes.