Destructivo: capaz de causar un daño grave a la salud y el bienestar de una persona.
Hay ciertos comportamientos que no hacen más que arrastrarte, frenarte y hacerte sufrir. Tanto si los exhibes tú personalmente como si lo hace otra figura importante de tu vida, estos comportamientos pueden clasificarse legítimamente como destructivos por su efecto negativo sobre tu salud mental y tu bienestar.
Tienen el poder de succionar la alegría y la felicidad de tu interior y sustituirlas por estrés, ira, tristeza y otros sentimientos no deseados. Libérate de ellos y notarás un cambio increíble en tu forma de ver e interactuar con el mundo que te rodea.
El primer paso de esta purga mental es identificar qué comportamientos destructivos están presentes en tu vida. La siguiente lista detalla 30 de los más comunes y más destructivos.
1. Manipulación de los demás
Ser manipulado nunca es algo agradable y, cuando se lleva al extremo, puede destruir el sentido de sí mismo de una persona. Visto desde la otra perspectiva, puede parecer que puedes conseguir más de lo que quieres explotando a los demás, pero te están engañando con la promesa de virtudes externas. Manipular a los demás nunca podrá proporcionarte la plenitud interior que deseas, porque tus ganancias están contaminadas por el dolor y la miseria que infliges.
2. Mentiras
Todos los tipos de relaciones se basan, en cierta medida, en la confianza mutua, por lo que las mentiras son capaces de causar tanta destrucción y dolor. La honestidad no siempre es fácil, pero suele ser la mejor opción para tu salud y felicidad a largo plazo. Aunque la verdad vaya a doler, es mejor esto que vivir una mentira o que esa mentira se descubra más adelante. Mentirte a ti mismo es tan problemático como mentir a otra persona; no encontrarás una paz mental duradera si niegas quién eres realmente.
3. Crueldad
Puede ser demasiado fácil mostrar un comportamiento cruel y rencoroso cuando te sientes inseguro y bajo presión. Los pequeños deslices son bastante comprensibles, pero cuando empiezas a depender de ser mezquino con los demás para darte ánimos, puede ser increíblemente perjudicial para tu vida. Es muy poco atractivo y puede dejarte aislado, ya que los demás se distancian de tus formas maliciosas. También es mucho menos eficaz que otros actos más positivos para hacerte sentir mejor.
4. Egoísmo
Aunque no debes cambiar tu personalidad en función de cómo te perciban los demás, es igualmente perjudicial para tu bienestar mental actuar de forma egoísta y egocéntrica. Hacerlo sólo sirve para alejar a la gente, incluso a aquellos que alguna vez se preocuparon profundamente por ti. Centrarse en el propio interés destruye la confianza y el respeto y conduce a relaciones superficiales con otras personas.
5. Sentimiento de derecho
Cuando vas por la vida creyendo que el mundo te debe algo, experimentarás una interminable sensación de carencia. Por muy afortunados que seamos de tener agua potable, un techo sobre nuestras cabezas y comida en la mesa, no hay ninguna ley natural que establezca un nivel de vida mínimo al que todo el mundo tenga derecho. Puedes desear tener más dinero, mejores condiciones de vida y experiencias más lujosas, pero debes esperar trabajar duro para conseguirlo.
6. Engañar
Tanto si engañas a otra persona en una relación como si haces trampas en otras partes de la vida, ninguna de las dos cosas te beneficiará mentalmente. Aunque nunca se descubra, siempre sabrás que has engañado y eso pesará en tu mente durante el resto de tu vida. Puede que disfrutes de algunas ventajas a corto plazo, pero el engaño en cualquiera de sus formas te perseguirá.
7. Arrogancia
Una de las principales razones por las que juzgamos a los demás es porque somos presa de nuestra propia arrogancia. Creerse superior o de mayor importancia que los demás es un rasgo que la mayoría de la gente describiría como indeseable. El comportamiento arrogante aleja a la gente, entre otras cosas porque suele ir unido a una falta de compasión y al egoísmo descrito anteriormente.
8. Ser demasiado competitivo
Uno de los principales caminos que conducen a la arrogancia es una intensa vena competitiva. Aunque no es intrínsecamente malo o insano, tener un lado competitivo puede provocar a veces interacciones díscolas con otras personas. Lleva las cosas demasiado lejos y te convertirás en alguien con quien a muchos les resulta difícil relacionarse.
9. Celos
Cuando sientes celos, crees que una relación o la posesión de algo está siendo amenazada por un tercero. Te molesta que otra persona obtenga lo que tú ya tienes y esto puede manifestarse en intentos rencorosos de negarle el acceso. Esto es distinto de la envidia, en la que no envidias el disfrute de otra persona, sino que deseas experimentarlo también (véase el primer punto sobre la comparación con los demás).
10. Culpar a los demás de tus problemas
Puede que las cosas no salgan siempre como tú quieres, y habrá momentos en los que el mundo entero parezca derrumbarse a tu alrededor, pero echar la culpa a los demás no te hará sentir mejor. Si la culpa es siempre de los demás, empiezas a sentirte impotente e incapaz de elegir tu dirección de viaje.
11. Mantener el rencor
Cuando alguien te hace daño, tu instinto puede ser el de guardarle rencor durante un tiempo prolongado. Lo que quizá no aprecies es que, mientras no seas capaz de perdonarles el daño causado, estás destinado a llevarlo contigo en tu mente y en tu corazón. La carga del daño pesará más sobre ti, por lo que el regalo del perdón te lo haces tú mismo.
12. Insinceridad
Tienes que hacer una importante elección cada vez que te relacionas con el mundo: puedes ser tú mismo o puedes fingir. Puede que pienses que tu verdadero yo no es lo que la gente desea ver y que disfrutarás de un mayor éxito si lo ocultas, pero no hay alegría ni paz auténticas en engañarte a ti mismo ni a los demás. Cuando actúas con sinceridad, integridad y honestidad, encontrarás una mayor satisfacción y atraerás a la gente que te quiere por lo que realmente eres.
13. Obstinación
El mundo es un lugar caótico y muy imprevisible, por lo que tener una mentalidad inflexible puede convertirse en un problema. Cuando tus puntos de vista y opiniones se vuelven rígidos incluso ante las abrumadoras pruebas contradictorias, acabas viviendo una mentira. Ser testarudo te impide adaptarte a un mundo que cambia constantemente; si no tienes cuidado, cambiará más allá del reconocimiento y te dejará resentido.
14. Juzgar a los demás
Sólo puedes experimentar el mundo desde tu perspectiva, y aunque eres libre de observar las acciones y elecciones de otras personas, nunca podrás comprender plenamente sus razones. Por tanto, cuando juzgas a los demás por la forma en que viven sus vidas, lo haces a pesar de tener meros fragmentos del panorama general. Proyectas en ellos tus propias experiencias y creencias, aunque sean un pobre sustituto de las circunstancias reales. Emitir tales juicios es más un reflejo de ti que de la otra persona.
15. Jugar a la víctima
Puede que te hayan tocado experiencias muy indeseables a lo largo de tu vida, pero debes intentar no permitir que se desarrolle una mentalidad de víctima. No importa lo que te haya deparado el pasado, tu presente y tu futuro están, hasta cierto punto, bajo tu control. Si te identificas como una víctima, serás más propenso a actuar como tal, y ese comportamiento puede impedirte desarrollar tu potencial.
16. Búsqueda de atención
A menudo relacionado con los puntos de validación y de agradar a la gente mencionados anteriormente en el artículo, buscar la atención de los demás no suele ser un comportamiento saludable a largo plazo. Si permites que los elogios y la diversión de los espectadores constituyan la base de tu autoestima, nunca podrás disfrutar de los momentos en los que no se produzca esa atención. Tu necesidad de estar en el centro de las cosas se volverá insaciable y acabarás yendo cada vez más lejos para conseguir lo que deseas.
17. Buscar la validación de los demás
Por mucho que la vida tenga que ver con las personas con las que la pasas, no deberías depender de ellas para sentirte feliz. Si buscas constantemente la aprobación y la validación tranquilizadoras de un tercero, nunca encontrarás realmente la paz. En cambio, debes darte cuenta de que las únicas opiniones que realmente importan son las que tienes de ti mismo. Nadie más puede darte la seguridad y la confianza en ti mismo que deseas.
18. Participar en el drama
El drama sólo puede existir si hay personas dispuestas a participar en él. Cuando privas al drama de tu energía y atención, se desvanece en el olvido. Por lo tanto, tu reacción ante una situación determinada es de gran importancia, ya que determina cómo se desarrollarán finalmente las cosas. Elige conscientemente no echar leña al fuego, sino actuar con calma y compostura, y el drama se convertirá en algo del pasado.
19. Compararte con los demás
Quizá el más universal de todos los comportamientos destructivos sea la necesidad de compararte con otras personas. Este deseo de mirar a los demás y comparar sus vidas con la tuya es un ejercicio totalmente inútil debido a la completa subjetividad de la existencia. La apariencia física, la riqueza material y las experiencias vitales no pueden revelar cómo se siente una persona ni lo que piensa. La verdadera satisfacción sólo llega cuando estás agradecido por todo aquello con lo que has sido bendecido.
20. Habla negativa de ti mismo
La forma en que te hablas a ti mismo y de ti misma tiene una influencia significativa en cómo te sientes. Si siempre utilizas un lenguaje autolimitador y crees que ocurrirá lo peor, no podrás disfrutar y apreciar las cosas buenas que entran en tu vida. Los pensamientos negativos conducen a acciones negativas y, tarde o temprano, te encontrarás en una espiral descendente de energía, expectativas y experiencias inútiles.
21. Estar siempre al servicio de los demás
Siguiendo de cerca el punto anterior, está la cuestión de hacer todo sólo para complacer a otras personas. Cuando antepones las necesidades y deseos de los demás a los tuyos sin una buena razón, actúas desde un lugar de inseguridad personal. Este comportamiento puede llevar a que la gente se aproveche de ti y a que te sientas resentido cuando no recibas el agradecimiento y la aprobación que buscas.
22. Perfeccionismo
Aunque no hay nada excesivamente malo en esforzarse por dar lo mejor de sí mismo en algo, si persigues el objetivo de la perfección en todo lo que haces, te abocas a una vida de frustración y decepción. La perfección en su sentido más estricto es un mito; pueden formarse opiniones y alcanzarse consensos entre determinados grupos de personas, pero nadie puede reclamarla de ninguna manera. Todos tenemos límites y la realidad es que serás mejor en algunas cosas que en otras.
23. Tomarse las cosas como algo personal
Algunos actos y comentarios poco amables pueden ir dirigidos a nosotros, pero también existe una tendencia poco saludable a tomarse las cosas como algo personal, incluso cuando no lo son. Cuando asumes que el enfado, la molestia, la tristeza o el disgusto de una persona es culpa tuya, inicias un proceso de pensamiento peligroso. Te hace creer que eres una carga para ellos, que no te quieren o que no mereces su respeto. Al responsabilizarte de cosas que tienen poco que ver contigo, disminuyes tu propia sensación de autoestima.
24. Revivir el pasado
El pasado no puede deshacerse y no puede cambiarse; se convierte en un hecho tan pronto como ha sucedido. Por tanto, dejar que tu mente se remonte a los acontecimientos pasados tiene muy poco valor. Aparte de las lecciones que puede enseñarte, insistir en cosas que ya han pasado sólo prolonga las emociones negativas que asocias con ellas. En general, el dolor del pasado se siente mucho más intensamente que el placer del pasado, así que es mejor dejar el pasado en el pasado.
25. Preocuparse por el futuro
Al igual que el pasado no puede deshacerse, el futuro no puede predecirse. También en este caso, los efectos de las emociones negativas son mucho mayores que los de sus homólogas positivas. La preocupación y la ansiedad pueden apoderarse fácilmente de tu mente, pero nunca podrás experimentar la felicidad por las cosas que aún no han ocurrido. Tener objetivos, sueños, planes y aspiraciones no es necesariamente malo, pero hay que considerarlos como posibilidades y no como certezas; lo mismo debe ocurrir con los riesgos futuros.
26. El uso excesivo de la tecnología
Con el rápido ritmo del progreso tecnológico, la influencia que tiene en nuestras vidas crece casi a diario. Aunque muchas de estas innovaciones son extremadamente útiles y, en general, inofensivas, hay casos en los que su uso -y eventual dependencia- de la tecnología se convierte en un problema. Desde los juegos hasta las redes sociales, el atractivo de la tecnología puede ser muy adictivo si no se mantiene bajo control.
27. Ignorar el autocuidado
Un comportamiento muy obvio que puede conducir a complicaciones e infelicidad a largo plazo es descuidar el cuidado de la propia salud. Ya sea por el impacto físico de abusar de tu cuerpo o por la falta de atención al estado de tu mente, todos somos culpables de no cuidarnos como deberíamos. Sin embargo, si dejas que esto vaya demasiado lejos, el impacto y el daño pueden ser irreversibles.
28. No hablar de ello
No todos los comportamientos destructivos tienen que ver con tus acciones; a veces es cuando no actúas cuando estás perjudicando potencialmente tu bienestar. Un ejemplo de ello es cuando no hablas y te manifiestas cuando no estás de acuerdo con alguien o con algo. Al no hacerlo, permites que otros dicten los términos por los que te ves obligado a vivir; dejas que te pisoteen sin tener en cuenta tus opiniones o sentimientos.
29. Aferrarse a la pérdida
La vida no puede estar exenta de pérdidas; es un factor importante, nos guste o no. Perdemos personas, seguridad e incluso nuestra propia independencia en varios momentos de nuestra vida. Cuando lloramos esta pérdida, nos ayuda a aceptarla y a seguir adelante, pero si nos negamos a dejar ir lo que se ha ido, nos mantiene atrapados en un estado de tristeza perpetua. Hasta que no puedas desprenderte de lo que ha pasado, estarás bloqueado, incapaz de avanzar en el camino de la vida.
30. Resistirse a las nuevas experiencias
Intrínsecamente ligada a tu preocupación por el futuro está la resistencia que puedes tener a probar cosas nuevas y diferentes. Te encuentras en una zona de confort que, aunque no siempre es negativa, puede restringir tu disfrute de la vida. Puede que rehúyas lo novedoso en favor de lo conocido, aunque lo primero aumente tu satisfacción general.