Eres inteligente. Sí, tú. La persona que está leyendo esto.
Si has llegado a esta página, es probable que en algún momento de tu vida te hayas sentido estúpido.
La verdad es que todo el mundo lo ha hecho. Algunas personas se preocupan por ello mucho más que otras, pero incluso las que parecen seguras y exitosas por fuera tendrán momentos en los que se sienten estúpidas.
Sin embargo, aunque es humano dudar de tus propias capacidades -y no deberías sentirte mal por ello-, eso no significa que debas permitir que se convierta en un patrón. Tienes que ajustar tu mentalidad y centrarte en los puntos fuertes que tienes, y no dejar que las cosas en las que no eres tan increíble te frenen.
Si a veces te sientes un poco estúpido, has llegado al lugar adecuado. Sigue leyendo para conocer algunos recordatorios de por qué tienes tanto que dar.
1. Los malos resultados académicos no significan nada.
En general, la sociedad moderna tiende a poner mucho énfasis en obtener una buena educación escolar/universitaria. Afortunadamente, estamos empezando a darnos cuenta de que el rendimiento escolar no lo es todo.
Las personas que se desenvuelven bien en entornos académicos, prosperando en las condiciones de los exámenes, entendiendo las ecuaciones en segundos o siendo capaces de estructurar un ensayo académico, son consideradas por muchos como el colmo de la inteligencia.
Pero el hecho de que tu cerebro se convierta en papilla cuando te meten en una habitación silenciosa con un reloj que hace tictac, no significa que valgas menos que alguien que se desenvuelve bien en ese tipo de entorno.
La cuestión es que nos equivocamos con la palabra inteligencia. Escribir ensayos o resolver ecuaciones no es el único signo de inteligencia.
Tus puntos fuertes pueden ser más creativos o prácticos. Puede que tengas un ojo increíble para los detalles, una maravillosa coordinación ojo-mano, una excelente percepción… la lista continúa.
Aunque el mundo académico no sea tu punto fuerte, puede que seas increíblemente inteligente desde el punto de vista emocional o social, algo de lo que a veces carecen las personas muy académicas.
Puede que sea un estereotipo, pero no me importaría apostar que, si piensas en el colegio, recuerdas a algunos de tus compañeros que, aunque siempre aprobaban el examen de matemáticas, no parecían poder relacionarse con la gente que les rodeaba por mucho que lo intentaran.
Las personas que prosperan en la vida suelen tener un equilibrio de todos estos tipos de inteligencia, y saben aprovechar al máximo sus puntos fuertes y compensar sus áreas ligeramente más débiles.
2. El síndrome del impostor es más común de lo que crees.
Es muy importante que te des cuenta de que no eres el único que se siente así. Por muy cualificados que estemos para algo en teoría y por muy «bien educados» que estemos en teoría, todos tenemos a veces la sensación de que estamos fingiendo que sabemos lo que hacemos en la vida y en el trabajo.
Estamos convencidos de que alguien va a ver a través de nosotros un día, se dará cuenta de que en realidad somos unos impostores y nos mandará a casa.
Ser consciente de que todos tenemos esta sensación a veces puede ayudarte a tener claro que realmente todo está en tu cabeza.
3. Todos tenemos algo que ofrecer al mundo que es único para nosotros.
Ningún otro humano de este planeta tiene exactamente las mismas características que tú. Todos nacemos bendecidos con un conjunto particular de talentos, y las cosas que aprendemos y las experiencias que tenemos a lo largo de nuestra vida nos moldean, produciendo un individuo con talentos diferentes a los de cualquier otra persona.
Esa es la belleza de la humanidad. Si todos fuéramos Einstein, nunca llegaríamos a ninguna parte, ya que no podemos pasar todos los días en laboratorios. La sociedad no funciona así.
Si todos aceptáramos de verdad y aprovecháramos al máximo nuestros talentos y puntos fuertes, en lugar de preocuparnos por no ser lo suficientemente buenos, el mundo sería un lugar mucho mejor.
4. El aprendizaje es permanente.
Cuando eres un niño, normalmente tienes la impresión de que una vez que haces esos exámenes finales y escapas de las garras del sistema escolar habrás aprendido todo lo que necesitas saber y serás un ser humano completamente formado.
En realidad, el proceso de aprendizaje nunca se detiene.
El trabajo no es más que la escuela en otra forma, y aprendes cosas nuevas con cada interacción que tienes con otro ser humano.
Si sientes que hay lagunas en tus conocimientos, siempre puedes taparlas. Siempre puedes hacer un curso. Siempre puedes volver a la escuela. Siempre puedes enseñarte algo nuevo.
Deja de decirte a ti mismo que no se te da bien aprender idiomas o pintura, o lo que sea, y ve y hazlo. Nunca es demasiado tarde para aprender una nueva habilidad o rellenar cualquier laguna en tus conocimientos. Coge la vida por los cuernos y aprovecha al máximo ese increíble cerebro tuyo.
5. La experiencia vital también cuenta.
Se aprende algo nuevo absolutamente todos los días. Cada día que pasas en este planeta aumentas tu experiencia vital, y el banco que acumulas te ayuda a tomar mejores decisiones.
Si a veces piensas que eres estúpido, piensa en lo lejos que has llegado en tu vida y en lo mucho que has aprendido simplemente viviendo. Piensa en todas las cosas que puedes hacer ahora que antes no podías, y en todos los momentos difíciles que has superado.
6. Cada error es una lección.
Piénsalo. Si nunca hubieras cometido un error en tu vida, ¿habrías aprendido algo?
Sé que yo no lo haría.
Cuando te caes del caballo es cuando aprendes a evitar que te tire la próxima vez. Es cuando suspendes ese examen cuando te esfuerzas de verdad para aprobarlo la próxima vez.
Cuando dices algo equivocado y hieres los sentimientos de alguien, aprendes a ser más sensible a los sentimientos de los demás. Es cuando te arriesgas con la persona o la oportunidad equivocada cuando aprendes a tener en cuenta en el futuro y a no volver a cometer el mismo error.
Si nunca cometiéramos errores, no habría nada que nos impulsara a ser mejores o a hacerlo mejor en el futuro.
7. Tú eres tu mayor crítico.
A menudo, cuando decimos que nos sentimos estúpidos, en realidad nos preocupa que las personas que nos rodean -nuestra familia, amigos o colegas- piensa en se sientan estúpidos.
Como seres humanos, somos muy egocéntricos, por lo que suponemos que los demás pasan su tiempo pensando en alguna tontería que hemos hecho o dicho. La verdad es que la persona que estás convencida de que te desprecia probablemente esté igual de llena de sus propias inseguridades, y está demasiado ocupada preocupándose por lo que la gente piensa de ella como para tener tiempo de pensar en ti.
Tú eres el único que realmente dedica una parte importante de su tiempo a criticar las cosas que haces o dices, o a ti como persona.
Intenta atraparte cuando estés criticando internamente algo que has hecho y pregúntate si alguna vez soñarías con decir esas cosas a otra persona. Si no lo harías, tampoco deberías decírtelas a ti mismo. Céntrate en tus puntos fuertes y en el tipo de inteligencia que tienes a raudales.