Te han dicho que tienes una personalidad fuerte y sabes que es cierto.
Aunque algunas personas pueden suponer que esa etiqueta es sólo una forma educada de decir que eres ruidoso, odioso, dominante o gilipollas, en realidad hay una gran diferencia entre esto y una fuerza de carácter más general.
Y sí, tienes algunos rasgos que a los demás les resultan completamente extraños, incluso aterradores, pero sabes que son esos rasgos los que te hacen ser quien eres. Son los que te hacen brillar y destacar entre la multitud.
Este artículo celebra tu fuerte personalidad y pretende educar a la gente para que pueda entender mejor a la persona que hay detrás de la etiqueta.
1. Eres obstinado y convincente, pero no arrogante
Sabes lo que piensas y no te dejas convencer fácilmente por los demás. Disfrutas discutiendo con la gente sobre asuntos importantes y eres competente a la hora de debatir tu caso. A pesar de ello, también te gusta escuchar los puntos de vista de los demás y no los menosprecias ni te muestras arrogante en modo alguno.
Aunque a menudo convences a la gente de tu forma de pensar mediante tus argumentos coherentes y bien pensados, no te sientes en absoluto decepcionado si no puedes convencer a una persona. Eres respetuoso con los que piensan y sienten de forma diferente a ti.
2. Eres decisivo
Sí, sopesas las opciones cuidadosamente, pero no te atascas tanto como para sufrir una parálisis por análisis. Confías en tu mente y en tu instinto para tomar las decisiones correctas y encuentras frustrante que otros pierdan el tiempo deliberando.
Para ti, la sabiduría está en ser audaz y pasar a la acción en lugar de esperar a que la vida o alguien más tome la decisión por ti.
3. Te guías más por la razón que por la emoción
Puede que utilices tu instinto para guiarte, pero lo haces gracias a un enfoque muy racional para resolver los problemas. Dejas que tus emociones tengan algo que decir sobre cómo se hacen las cosas, pero la mayor parte del poder está en manos de la parte lógica y basada en la información de tu cerebro.
Eres el tipo de persona que estudiaría las promesas del programa de todos los candidatos durante unas elecciones y seleccionaría al que creyera que ofrece el mejor resultado para ti y para el resto de la sociedad. No te dejarías influir por los trucos, la palabrería y las promesas que no se pueden cumplir.
4. Te ciñes a tu moral
Sabes lo que defiendes y eres apasionadamente resuelto en la forma de actuar según tus creencias. Nadie puede convencerte de que hagas algo que no te parece correcto.
Tu moral dicta las acciones que consideras aceptables o no de los demás y no temes decirle a alguien cuando se pasa de la raya.
5. No te preocupa demasiado complacer a los demás
En lugar de tratar de mantener a los demás de su lado, no tienes miedo de aceptar una pelea si eso significa ser tu verdadero yo. Tienes la máxima confianza en ti mismo y nunca sientes la necesidad de desviarte de tu camino para complacer o impresionar a los demás.
Tratas a los que te rodean con respeto, pero en ningún momento consientes su ego para salir adelante. Quieres triunfar mostrando tus verdaderos colores, y si a los demás les da miedo, es su problema, no el tuyo.
Por ello, eres muy exigente en cuanto a quién dejas entrar en tu círculo íntimo. No tienes tiempo ni energía para desperdiciar con personas que sólo quieren que estés de acuerdo con ellas todo el tiempo.
6. Sabes lo que quieres en la vida
Desde una edad bastante temprana, tienes un fuerte sentido de saber en qué dirección te diriges. A medida que creces, mantienes una visión clara de lo que quieres conseguir en la vida y no flaqueas ni crees que sea irreal, independientemente de los obstáculos que se crucen en tu camino.
7. Estás muy orientado a los objetivos
Como tienes la vista puesta firmemente en determinados éxitos de la vida, te gusta establecer objetivos intermedios que te impulsen en tu camino a un ritmo rápido.
No vas deambulando con la esperanza de que un día tus sueños se hagan realidad, sino que sabes qué pasos debes dar y te centras en alcanzar estos objetivos más pequeños e inteligentes para llegar a tu destino deseado.
8. No te quedas en el pasado
Para ti, lo que se ha ido se ha ido y no tiene sentido pasar demasiado tiempo pensando en ello. Te interesa mucho más lo que está ocurriendo ahora mismo y cómo va a repercutir en tu futuro.
Esos objetivos futuros que acabamos de mencionar son los que te estimulan en el presente y prefieres dirigir tu energía hacia el ahora en lugar de hacia el pasado.
9. Puedes aprender de tus errores
Aunque no te guste mirar hacia atrás en lo que ya ha pasado, eso no quiere decir que no aprendas lecciones de ello. Eres muy capaz de identificar dónde han salido mal las cosas y adaptar tus acciones para evitar que vuelva a ocurrir.
Te resulta difícil entender a las personas que dan vueltas, repitiendo una y otra vez los mismos comportamientos no deseados, aunque juren que cada vez será la última.
10. Puedes admitir cuando te equivocas
No eres tan cabezota como para creer que siempre tienes razón; de hecho, difícilmente podrías aprender de tus errores si no fueras capaz de admitir cuando te equivocas en primer lugar.
Y cuando te equivocas con otras personas, te apresuras a reconocerlo e intentas enmendarlo.
11. No tienes mucha autocompasión
Las cosas no siempre salen como quieres en la vida; sabes que esto es cierto. Sin embargo, no te quedas en esas cosas ni te compadeces de ti mismo por ellas. En lugar de ello, utilizas estas situaciones como oportunidades para crecer y aprender, de modo que puedas avanzar en lugar de quedarte atascado en la negatividad.
Es poco probable que las palabras «¿por qué yo?» o «tengo tan mala suerte» pasen por tus labios y te retuerces un poco cuando oyes a los demás lamentarse por el estado de sus vidas.
12. Buscas comprender los problemas y aborreces la ignorancia
Admites libremente que no puedes saberlo todo, pero siempre te gusta comprender un asunto en todas las facetas posibles. No vas por ahí soltando opiniones que se basan en poco más que propaganda y retórica sin hechos, sino que construyes tus puntos de vista sobre una sólida comprensión de los argumentos de ambas partes.
Es más, no soportas a la gente que emite juicios sin pararse a aprender, evaluar y pensar en las cosas que dicen con un aire de objetividad.
13. Eres intrépido
En realidad, este epígrafe es un poco incorrecto: lo que debería decir es que, aunque tienes miedos, no dejas que se interpongan en tu camino ni que dicten tu vida.
Estás dispuesto a enfrentarte a tus miedos para superarlos y comprendes que lo contrario es poner límites a tu vida y a las posibilidades que tienes de experimentar cosas nuevas.
Estas características, y otras parecidas, definen una personalidad fuerte y, ahora que las conoces, deberías ser más capaz de reconocer una cuando te la encuentres. O tal vez ahora hayas tomado conciencia de tu propia personalidad fuerte y de cómo influye en tu forma de vivir la vida.