Tus amigos te describirían como la persona cariñosa, pero ¿dirían que eres fuerte?
Cuando la mayoría de la gente piensa en una persona cariñosa, la asocia con una personalidad suave y gentil.
Esto puede ser cierto o no en tu caso, pero una cosa que definitivamente eres es fuerte.
De hecho, tu alma cariñosa es lo que te da esa enorme fuerza, aunque esté oculta.
Puede que los demás no lo vean y puede que ni tú mismo lo veas, pero como te preocupas, eres capaz de hacer cosas que nadie más podría hacer.
No te quedarás de brazos cruzados viendo a alguien sufrir
El sufrimiento adopta muchas formas diferentes y, nos guste o no, el mundo está lleno de él.
Mientras que otras personas pueden hacer la vista gorda y actuar como si no existiera, cuando ves a alguien sufrir, un fuego se enciende dentro de ti y te da la determinación de hacer algo al respecto.
Tu voluntad de ayudar puede adoptar muchas formas diferentes, pero intentarás contribuir a aliviar el sufrimiento de esa persona de cualquier forma que puedas, sin importar lo grande o pequeño que sea el gesto.
Sacarías algo para ayudar a otro
Vivimos en un mundo incierto, y una de las formas en que la gente lo expresa es aferrándose a todo lo que posee.
Ya sea riqueza monetaria, posesiones o incluso su propio tiempo, algunas personas simplemente no están dispuestas a desprenderse de lo que tienen.
Suelen actuar así por miedo, por temor a que algún día necesiten o dependan de estas y otras cosas.
Pero tú, la persona solidaria, no sólo estás dispuesta a sacrificar algo si puede ayudar a otro, sino que a menudo buscas oportunidades para hacerlo.
Buscas buenas causas y les donas tu tiempo, energía, dinero o posesiones.
Tú también comprendes la incertidumbre del mundo en el que vivimos, pero eres lo suficientemente fuerte como para mirar más allá de tus propias necesidades, hacia las de los demás.
Sabes que, traiga lo que traiga el mañana, hay certeza en tu capacidad de ayudar a los demás hoy.
Tratas a los demás como te gustaría que te trataran a ti
Nuestra sociedad tiene demasiado desprecio y muy poco respeto por nuestros semejantes.
Nos apresuramos a culpar a los demás y tendemos a mirar sobre todo por nosotros mismos.
Todo esto se manifiesta en el trato negligente de los demás.
Tú, en cambio, tiendes a ver lo bueno de todas las personas que conoces.
Tienes el valor de aceptarlos tal como son -lo bueno y lo malo- y de tratarlos con amor.
Aprecias que todos tenemos defectos y que no desearías que nadie te tratara mal por los tuyos.
Sabes que todos hemos afrontado -y seguiremos afrontando- luchas en nuestras vidas.
Reconoces que tienes la suerte de vivir una vida relativamente cómoda y no niegas los derechos de nadie que quiera mejorar la suya.
Te enfrentarás a los abusos de poder
Uno de tus mayores disgustos es ver cómo personas o instituciones con poder abusan de sus posiciones.
Tienes la fuerza necesaria para enfrentarte hombro con hombro con personas afines -y con aquellas sobre las que se ejerce el poder- para luchar por lo que consideras correcto.
Estás preparado para organizar peticiones, ir a marchas e incluso llegar a otras personas influyentes para ayudar a impulsar la causa.
Esto a menudo va acompañado de sacrificar tu tiempo, tu dinero, tu libertad e incluso tu vida en casos excepcionales.
Actúas cuando otros no lo hacen
Cuando se trata de los problemas más amplios a los que se enfrenta la sociedad, la mayoría de las personas son extremadamente pasivas por naturaleza.
La mayoría no quiere comprender mejor los problemas, y mucho menos hacer algo al respecto.
Pero tú no eres así.
Ya sea intentando reducir tu huella de carbono o apoyando a los negocios locales, eres proactivo a la hora de ayudar a resolver un problema.
El hecho de saber que estás haciendo lo correcto por la sociedad te llena de energía y esto te capacita para adoptar una postura cuando pocos sienten la necesidad.
No te dejas llevar fácilmente
Tu moral y tus convicciones son realmente fuertes y esto impide que te dejes llevar por las palabras o las acciones de otros.
En otras palabras, no se te puede desviar fácilmente del camino cuando te propones algo.
Las razones son claras: te importa tu integridad y te apasionan las causas cercanas a tu corazón.
Aunque algunos pueden considerar esto como terquedad, en realidad es sólo tu ardiente creencia en hacer lo correcto.
Otros podrían derrumbarse ante la presión de sus compañeros o actuar como ovejas que siguen al rebaño, pero tú estás dispuesto a nadar a contracorriente si es necesario para hacer aquello en lo que crees.
Te enfrentas a tus amigos cuando lo necesitan
Como ya hablé en mi artículo sobre los signos de una amistad verdaderamente grande, hay veces en las que puedes notar que alguien cercano a ti actúa de una manera que es perjudicial para su bienestar.
Pero, como individuo cariñoso, tienes la fuerza y el coraje de enfrentarte a él por su comportamiento autodestructivo.
Comprendes que puede ser difícil para ellos oírlo, y que puedes soportar temporalmente el peso de su resentimiento, pero no te quedarás de brazos cruzados viendo cómo se hacen daño.
Muchas personas no desean involucrarse en los problemas de los demás de esta manera; prefieren ver sufrir a un amigo o simplemente distanciarse del problema.
Esto simplemente no es una opción para ti.
Dejarás que los demás vean tus emociones
Lo he dicho antes, pero merece la pena repetirlo aquí: llorar no es un signo de debilidad y tampoco lo es pedir ayuda.
Del mismo modo que muestras cuidado y amor por los demás, intenta mostrar cuidado y amor por ti mismo.
Parte de esto es la comprensión de que hay personas como tú que acudirán en tu ayuda cuando te sientas triste.
Otras personas a menudo intentan reprimir sus emociones por miedo a parecer débiles, pero la verdadera fuerza reside en ser capaz de mostrar al mundo cuando estás luchando.
Facilita la curación y significa que no tienes que enfrentarte a las cosas solo.
Si te sientes identificado con algunos de estos puntos, o con todos ellos, entonces tienes más fuerza de la que jamás hubieras podido imaginar.
Tienes una fuerza de carácter que te permite bajar la guardia y dejar entrar a los demás; tienes la fuerza para defender lo que crees que es correcto; y tienes la fuerza para llevar las cosas hasta el final.
Ahora que sabes esto, no lo olvides nunca.